jueves, 3 de septiembre de 2009

LIBRO: San Juan siempre nuevo: Arquitectura y modernización en el siglo XX.


San Juan siempre nuevo: Arquitectura y modernización en el siglo XX / Ever new San Juan: Architecture and modernization in the twentieth century.  Enrique Vivoni Farage,  ed.  San Juan: AACUPR,  2000,  346 pp. 


"La ciudad comentada"
Reseña de: Carmen Dolores Hernández


Tanto, quizás, como la familia,  la ciudad- o el pueblo- donde nos hemos criado y hemos vivido influye decisivamente sobre nuestra visión del mundo.  Ellos -ciudad o pueblo- nos porporcionan la primera experiencia de las formas específicas de la convivencia social. Su configuración se constituye en arquetipo, en la medida que aplicaremos luego a otros entornos urbanos.

La planificación y la arquitectura de una ciudad son, pues, factores de importancia crucial en una sociedad. Su influjo sobre Ia sicología colectiva y sobre los hábitos de los ciudadanos es tanto más fundamental cuanto que es, por lo general, inconsciente.


¿Estamos los puertorriqueños -los sanjuaneros- conscientes de esa importancia? No mucho, a juzgar por lo que hemos hecho –o permitido hacer- con una ciudad que tenía, por naturaleza, lo necesario para ser espectacularmente bella: todo menos la voluntad de sus habitantes.  Su enclave geográfico -a orillas del mar y punteadas sus dimensiones por diversos cuerpos de agua: bahias y lagunas- hubiera podido aprovecharse de ese maravilloso trasfondo. Pero hemos tapiado su visión y su uso con enormes edificios que -en efecto- privatizan la playa y la vista. Su topografía  desigual clamaba por un uso imaginativo de los espacios, conectados por un sistema de vías con parques integrados que hiciera agradable­ el desplazamiento de un extremo al otro, aprovechando los desniveles de terreno para enclaves con vista. En vez,  el desarollo ha sido errático, con sectores hacinados punteados por descampados, dificultando la transportación en automóvil e imposibilitándola para el peatón. El clima tropical pedía construcciones apropiadas que propiciaran las brisas y la sombra mientras que la tradición y el talante exigían núcleos urbanos agrupados en torno a centros coherentes y funcionales que favorecieran la interacción social. Pero tenemos estructuras inhóspitas,  chatas,  cerradas a cal y canto y vecindarios sin centro. También tenemos, desde hace algunos años, urbanizaciones cerradas que impiden la circulación libre del viandante por su propia ciudad. 


¿Cómo fue que, habiendo empezado con un modelo urbano coherente ‑aunque pequeño-como es el viejo San Juan, hemos llegado,  en el plazo de sólo un siglo,  al estado actual?  Muchos sanjuaneros se habrán hecho a lo largo de los años preguntas como: ¿porqué no siguió un plan más lógico el ensanche de la vieja ciudad? ¿Porqué no se pensó más en el ornato público? ¿Qué sucedió con los espacios abiertos como el Parque Borinquen? ¿Porqué fracasan los nuevos espacios abiertos como el Parque Muñoz Marín? ¿Porqué se permite la destrucción de centros urbanos y de estructuras valiosas? ¿Porqué se sepa­ran cada vez más las diferentes funciones de la ciudad? ¿Porqué, en fin, ha sido tan mala la planificación de San Juan?


Este libro extraordinario ‑bellísimo además, como todos los editados por el arquitecto Vivoni‑ tiene algunas respuestas y suguiere aún más preguntas. Los nueve ensayos ofrecen información sobre esos temas y otros relacionados. Mary Frances Gallart escribe sobre los diferentes modelos de urbanización cultivados en San Juan; Luz Marie Rodíguez lo hace sobre los arrabales; Jerry Torres Santiago enfoca sobre la arquiectura hotelera; Eliseo Colón Zayas sobre la destinada “al ocio y la diversión”; Juan Marqués Mera analiza el impacto del automóvil en la ciudad y Silvia  Álvarez Curbelo hace  lo mismo con la arquitectura de los centros de consumo. Enrique Vivoni, autor del prólogo, escribe también sobre la fotografía arquitectónica,  incluyendo abundantes muestras y Nathaniel Fuster Félix documenta el proceso de renovación de la plaza de mercado de Río Piedras mientras que Magali García Ramis nos lleva -en un ensayo que sirve de pórtico al libro- por un recorrido a través de la ciudad.


Los textos más informativos son los de Gallart, Rodríguez, Torres Santiago, Marqués y Álvarez Curbelo. La primera señala hacia tres modos de urbanización -el parque residencial (El Condado); la super-urbanización (Puerto Nuevo) y las nuevas urbanizaciones de acceso controlado- consignando las circunstancias que propiciaron la evolución particular­ de cada uno y ofreciendo una abundancia de datos históricos a la vez que vincula  su desarrollo con los atavares de la política y la planificación.


Luz Marie Rodríguez enfoca sobre los sectores menos privilegiados de la sociedad y los proyectos ideados para ellos, como el caserío Mirapalmeras, el Falansterio y la urbanización Eleanor Roosevelt,  comparando y contrastando su factura y efectividad. Un descubrimiento de este ensayo es la figura de un obispo a quien se le suele conocer sólo de nombre por la calle William Jones de Río Piedras.



En su ensayo sobre la arquitectura hotelera, Jerry Torres Santiago aborda un tema el -turismo-  que pocas veces aparece en las investigaciones académicas. Traza sucintamente su desarrollo mundial y local y consigna cómo fue cobrando auge la noción de baños de mar como recurso primero de salud y luego de diversión. También él nos descubre -o amplia- a un personaje fascinante: Félix Benítez Rexach, constructor del Escambrón Beach Club y del Hotel Normandie. Este ensayo -que llega hasta las últimas controversias sobre la suerte de estructuras de El Condado- ayuda al lector a formarse un juicio sobre aspectos que hoy ocupan la atención pública, como la posible demolición del Hotel La Concha.


La exposición de Marqués Mera sobre el impacto de la transportación antomovilística en las ciudades resulta también importantísima en sus alcances y reflexiones.  Vincula el auto con el desarrollo de la sociedad, no sólo en el sentido evidente del desparramamiento urbano sino más específicamente con la exclusión de la vida urbana de sectores sin acceso al automóvi, los niños, los jóvenes y los ancianos. Expresa asimismo Ia vinculación entre el auto y la arquitectura además de presentar los espacios dedicados al auto en la ciudad y las funciones de las calles. Su observación sobre las condiciones que determinan el éxito de la transportación colectiva tiene suma vigencia en este momento.


Una conclusión general que se desprende de la lectura de todos los ensayos es la poca visión que a lo largo del siglo XX han demostrado las autoridades con tales asuntos a su cargo. Al  intentar solucionar necesidades presentes sin pIan tearse el efecto futuro -posiblemente problemático- de tales soluciones, la política pública -que tanto se ha preocupado a lo largo del siglo (con más o menos éxito) de renglones como el desarrollo económico y la promoción social- no le ha dado atención igual a la planificación urbana.  Y, sin embargo, la manera en que se vive en una ciudad es también la manera en que se vive en una sociedad.


El libro cumple una de las funciónes más importantes de la universidad en la sociedad: difunde el conocimiento y la investigación más avanzados y ayuda a colocar en perspectiva los problemas presentes a la vez que de todo ello se deprenden modos alternos de considerarlos y darles solución. 
                                                                                                                                

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